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"La inteligente lectura escénica que logra Grasso se concreta en un trabajo experimental donde mezcla el teatro, la danza y el video en una clara y definida propuesta que encierra la esencia de la novela original (...). Una estética trasgresora, en la que Grasso logra crear atmósferas e imágenes imposibles de olvidar, un gran espectáculo (...). Bajo la estética del expresionismo, Grasso logra mezclar tendencias en un feliz melange con las historias de mitos y tradiciones de muertos vivientes".

Luís Alberto Rosas, sobre "Páramo". En Primera Fila en la Web.

 

 

“Giuseppe Grasso, el director inspirado, busca en Goya y en Falla las imágenes violentas necesarias para plasmar este “melodrama para marionetas”. Él sabe manejarlas. (…) Él sabe eliminar personajes y repartir diálogos y acotaciones sin ser infiel a la comedia. Él sabe usar la música de Falla y convencernos de que fue compuesta especialmente para la obra (…) Grasso maneja su retablo con pasión. Por eso logra imágenes que recordaremos siempre”.

Román Chalbaud, sobre “La Rosa de Papel”. El Universal.

 

 

“Grasso, asumió con propiedad el tratamiento de la versión tanto en mantener lo medular del comportamiento de los personajes, las situaciones donde están atrapados y todo lo simbológico que subyace tras los oscuros linderos de personalidades (…). Grasso supo con su versión situar con propiedad esos crudos nexos en que descansa en el texto valleinclaniano con justeza y sin subterfugios. La dirección de Giuseppe Grasso fue capaz de armar una arquitectura que supo privilegiar los volúmenes, situar dentro de ellos una específica atmósfera y posibilitar de forma coherente la relación entre los personajes a que se fusionasen dentro de una dimensión plástica que de por sí, excluye lo arbitrario. El diálogo de Grasso con la pieza fue claro para diseñar ese todo de comunicación interno del drama de la familia Montenegro. Grasso ayuda al urdir un constructo ficcional con vida propia y desde el despliegue de esa caja dramática permite que sus actores accedan por vías laterales hacia y enredador de eje central del foco de la escena. En términos directos, la propuesta escénico-dramática lograda por Grasso para este Romance de Lobos, co-producción del TNJ-Valera y la CNT, fue satisfactoria tanto en cuanto fue un producto compacto en su nivel de plasticidad visual significante, por ser atrevida dado que arriesgó a ofrecer algo distinto a lo que usualmente se visualiza en la escena regional (...)”.

Carlos Herrera, sobre “Romance de Lobos”. Bitácora Crítica.

 

 

“Magnífico trabajo tanto conceptual como estético (…) Un todo que contó con incisiva puesta en escena de un inteligente creador como Giusseppe Grasso (…) La resolución dada por Grasso no es ambigua ni estrafalaria; apela a figurar especies de lo que en la Edad Media era una forma puntual: la alegoría. Tras ellas, -es mi visual- con algunos aspectos esperpénticos, sacando de un humor corrosivo no de lo que se pueda decir sino de esa risa nerviosa que surge del espectador cuando comprende como se arma ante si, comportamientos / formas / acciones de personajes y situaciones, hace que de forma directa uno arme una parte del todo significante y casi reactivamente, lo contraponga con lo que reconoce de la realidad política contemporánea”.

Carlos Herrera, sobre “Libélula Dorada”. Bitácora Crítica.

 

 

"Los mecanismos de la puesta en escena figuran un tratamiento con lo extraño y lo fantástico cuando aquello de la alteridad se pone en juego mediante la unidad de las actuaciones que se representó. Tal representación se identificó con un uso del cuerpo coherente con un teatro el cual podríamos decir, en parte, del absurdo. Pero decirlo de esta manera sería un eufemismo cuando dejamos a un lado la manera en que fue tratado lo estilístico en pro de una estructura del humor. Entonces estamos ante una comedia no convencional. Por una parte, están planteados los signos de la escenificación y, por otro, aquellos que son estrictamente verbales como lo son el  parlamento, el texto y los sonidos vocales en el uso de la voz. En un segundo lugar, están componiendo todos aquellos signos de la escenificación o, como señala cierta teoría teatral: el modo en que se ajustan los signos no-verbales en el espacio escénico. (...) Y tenemos entonces un espectáculo sugerente y de una belleza que nos introdujo a unas posibilidades diferentes de significación".

Juan Martins, sobre "Minué". Crítica Teatral.

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